
Una obra de danza y música donde hay seres que son peces que son aves y relámpagos. Una escena que se anula habitada por fantasmas. Un lugar donde se afonda la nada. Una nave donde el viento desenvaina las palabras. Espectadores/as que van a dejar de serlo. Intérpretes que quedarán de lado. Un pequeño gesto contra la náusea. Un mínimo paso de magia. Sutil invitación a pasar por el cuerpo algo de lo que se haya movido durante la primera escena en que las intérpretes desplegaron el juego del moverse, mediante una danza hundida en una música por momentos calma, y también por momentos, agitada. Por Andrés Manrique (ANRed)
Dos músicas y tres bailarinas están en escena. La batería eléctrica, un bombo y la guitarra suenan en el extremo opuesto del galpón por donde entran los y las espectadoras. El sonido nos sumerge, no reposa, lo envuelve todo. Acordes sueltos de una SG llenan el ambiente con un sonido dulce, a lo Summers (el guitarrista de The Police) mientras el bombo legüero palpita su atávica lejanía. La sala del Centro Cultural Ricardo Rojas es el antro más adecuado para que esta pieza de danza y música se juegue en el mejor de los ámbitos. Las sillas donde vamos a parar los y las espectadoras apoyan el respaldo contra las paredes, a un lado y otro de los lados más largos de la gran sala.
El raso transparente del vestuario trae reminiscencias de aves acuáticas o peces de cuyos cuerpos brotan, en el movimiento, pequeñas explosiones de gasa. Ya está todo dado. Quien quiera podrá entrar a ese otro reino donde una mujer es un pez que es un ave y un relámpago. Cuando la sala se convierte en lago y estanque, y río que baila junto a peces tropicales. Los movimientos elásticos se acompasan en este nuevo estado que no es líquido, pero casi. Sentimos placer en el estreno de esta reciente familiaridad.
El nombre de la obra deriva de un mecanismo propio del dispositivo psicodramático. Múltiple remite a la invitación que hacen sus autoras al espectador para que entre a escena, dispuesto a algo que se haya despertado. Las versiones que cada quien produzca romperán el maleficio de cualquier clase de posicionamiento unilateral.
El centralismo se desfonda y, en esa otra dimensión en que no queda un solo punto de vista donde radique la responsabilidad de producir el acontecimiento, se abren posibilidades. La variación promueve una línea de fuga que puede llevar la corriente a una embestida suave o a un intenso remanso. El intercambio de roles, entrar al espacio y elegir a quien uno desea que lo acompañe y darle alguna indicación hacen que el teatro despliegue potencias adormecidas por la longeva convención histórica. Despierta experiencias.
Una nueva trama en el territorio arrastra la escena inicial hacia un caleidoscopio de velocidades, a tempo y claves rítmicas de amplia diversidad. Es la potencia creadora de un nuevo escenario compuesto por la pluralidad de voces que se conjugan en multiplicaciones dramáticas que se hacen en grupo. ¿De qué se trata? Junto al creador del psicodrama Tato Pavlovski trabajó un tiempo y le agregó la multiplicidad dramática, que consiste en la oportunidad de que la persona que cuenta determinada situación traumática pueda cambiar de rol y, por ejemplo, en lugar de ser el que lo padeció pase al rol de causante o al de cualquier otro, ser humano, animal o planta. Mientras, alguien más del grupo va a ocupar el lugar que antes tenía el protagonista, por decirlo rápido. Esto habilita perspectividad; una mirada novedosa sobre una situación que no se va a llegar a ver si no nos movemos, si no le sacamos base a la escena primaria. El psicodrama de multiplicación dramática produce un descentramiento del sujeto que hace que el trauma se vuelva abordable desde distintas perspectivas. Solo esto hace que se relativice. Y sólo eso puede ser todo. La escena originaria es movilizada, batida por las múltiples formas que el grupo va adoptando para representarla. El nudo afloja, el trauma respira otra nube y no se desvanece, pero alivia.
El ambiente de Múltiple se presta a que nadie juzgue. Como espectadores estamos cómodos. Las luces y contra luces de colores provocan una mutación natural. La identidad allí sortea la trampa; se muestra como plena máscara. Entonces, pasar es fácil. Quizá que no haya desnivel entre escenario lo vuelven más confortable. No hay recorte que separe, ni proscenio, ni bambalinas. Se siente una ternura delicada y una invitación que no queremos desaprovechar. Las bailarinas realizan su despliegue de danza contemporánea dislocada, con quiebres que no se ciñen a un estilo particular ni a virtuosismos de ninguna especie. Juegan sobre todo. Puede que tengan 20 o 2000 años. En el juego la edad es un detalle sin importancia y allí ellas van desplegando distintos momentos. Pueden ser maestras de artes marciales o de pronto ser el abono del cual florece una planta; pueden ser hojas que planeas recién arrancadas de los árboles o tentáculos.
¿Será tarea de la fantasía imaginar nuevos clanes para volver a habitar el sueño de tantas especies extintas?
Ahí al fondo, a varios pisos de altura, suspendidos en el Centro Cultural Rojas, los colores fluorescentes salpicados en brazos, mallas y labios de las bailarinas y músicas oscilan. De pronto tengo 10 años, y tengo la suerte de que mi tío vive al norte de Brasil, en Salvador de Bahía, y mis padres pueden llevarme a mí y a mis hermanos. Hace unos minutos entré por la avenida Corrientes, en Buenos Aires, y unos pisos más arriba vuelvo a ponerme el snorkel para sumergirme en aquel mar cálido donde floto y nado, vuelo y bailo. Otras y otros espectadores se animan a esas otras maneras de ser cuerpo que queda al borde de olvidar todo aprendizaje.
Dónde: Sala Cancha del Centro Cultural Rojas UBA, Av. Corrientes 2038, CABA
Cuándo: Jueves 8, 15, 22 y 29 de mayo a las 20 hs
Quién: Intérpretes/bailarinas: María José Barber, Maribel Barboza, Paz Cabrera.- Composición e interpretación musical: Carla Vianello y María Compte.- Performer invisible: Luciana Monti.- Investigación: María Soledad Manrique.- Diseño de vestuario: Mariana Seropian.- Dirección musical y en psicodrama: Carla Vianello.- Composición, dirección coreográfica y arte gráfico: Lali Chidichimo Rinaldi.- Producción: Cía Trínamo.- Idea y dirección: Lali Chidichimo Rinaldi y Carla Vianello.-